Saber que la vida o la muerte de uno depende de cualquier decisión que se tome, por pueril que ésta parezca, es escalofriante. Decidir cruzar por la esquina siguiente o continuar derecho, hasta la próxima, puede significar el encuentro con el potencial balazo final. Esa posibilidad angustia, y no debería ser normal, moneda corriente, como tristemente lo es, en nuestro país y en nuestros días.
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